La Promesa de Dios

PROMESAS DE DIOS


Una promesa de parte de alguien confiable lleva en sí el poder para transformar la mente y la actitud de una persona, y encender la llama de esperanza donde antes existía solamente depresión, temor y preocupación. En el universo no existe nadie más confiable que Dios. Desde el principio, Dios ha hecho sus obras a través de sus palabras, y ha declarado que su palabra es eterna y no puede fallar. La primera promesa en la Biblia tuvo que ver con las instrucciones que Dios entregó a Adán cuando le dijo, “más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Adán y Eva no obedecieron la condición estipulada por Dios, y sufrieron las consecuencias.

La palabra de Dios tiene poder


Es importante que sepamos que cuando Dios habla, sus palabras llevan en sí poder. El declara, “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir... así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11). Entonces, podemos concluir que la Palabra de Dios representa su poder, su forma de cumplir con sus propósitos en la tierra. 

El día y la noche, el frío y el calor, el verano y el invierno, y la sementera y la siega son verdades que existen porque Dios los estableció por su Palabra. Es su Palabra la que sostiene estas verdades. Si nosotros tenemos la confianza necesaria para planificar nuestras vidas sobre estas palabras, ¿por qué nos falta la confianza para hacer lo mismo con las otras palabras de Dios? 


El poder de una promesa de Dios


Al pasar tiempo estudiando las escrituras es fácil encontrar muchísimas promesas hechas por Dios. Existen promesas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, promesas que tocan cada área de la vida. Los pactos, o compromisos que Dios ha hecho con el hombre a lo largo de los siglos, se basan en promesas. 

Cuando Dios escogió a Abraham para ser su hombre de pacto, Él le hizo promesas que todavía tienen poder hoy en díaLa promesa que Dios hizo hace miles de años sigue vigente, y la bendición de la promesa está disponible para quienes viven por fe. ¡Cuán importante es tener conocimiento de las promesas de Dios!
 
Por supuesto, existían condiciones que ellos tenían que cumplir para recibir el beneficio de la promesa, así trabaja Dios con su pueblo.
 



Un Mejor Pacto


Cuando hablamos de los pactos es necesario que entendamos que Dios ha hecho pactos a través de la historia para el beneficio del hombre. 

Cuando construimos un edificio, lo primero que tenemos que poner es el cimiento. Es el cimiento el que da fuerza y permanencia al edificio. Construimos un edificio sobre el cimiento. Podemos vivir tranquilos en el edificio, pues no se moverá porque tiene un cimiento sólido. Sin un buen cimiento, el edificio podría caer fácilmente. En el mundo espiritual existe un mejor pacto (contrato), establecido (construido) sobre promesas. 

Un buen ejemplo es la promesa de salvación que existe bajo el Nuevo Pacto. Dios declara a través de Pablo, “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Ciertamente, nuestra fe en la promesa desata la gracia de Dios en la vida, y todo el poder que la acompaña. Sin embargo, el resultado proviene de la fe en la promesa y en la convicción de que quien promete no mienta. Dios estableció su pacto sobre tales promesas.




Las Promesas siguen Vigentes


Nuestra ignorancia o pasividad en cuanto a las promesas de Dios puede determinar la calidad de nuestra vida. Cada promesa que Dios ha hecho al hombre durante la historia sigue vigente, y está disponible para quien la tome. Existen promesas inferiores bajo el Antiguo Pacto, y promesas superiores bajo el Nuevo. Pero todas son en él Sí y Amén.

La frase,
“por medio de nosotros,” significa que somos nosotros quienes determinamos si recibimos el beneficio de la promesa o no. Por ejemplo, en la promesa de salvación que ya hemos visto, depende del hombre si va a creer y confesar que Jesús es el Señor. Al creer y confesar la promesa, ésta se activa y se cumple. Pero depende del hombre. Dios quiere salvar a todos, pero no todos desatan el poder de la promesa.  Si no vives por las promesas de Dios, no estás viviendo la vida que Dios tiene para ti. Estás solamente ‘sobreviviendo.’ Dios quiere cumplir sus propósitos y su voluntad en tu vida, pero solamente lo va hacer por sus promesas. Si eres ignorante de las promesas, o pasivo en cuanto a ellas, jamás disfrutarás de los beneficios y bendiciones que buscas.





Una Promesa es una Semilla


El poder para cumplir la promesa se encuentra en la misma palabra de la promesa, como el poder para que crezca una manzana se encuentra en la semilla de la manzana. Mientras uno no siembra la semilla, no verá el fruto que potencialmente existe dentro. Así funcionan las promesas de Dios también.
El poder para recibir la sanidad se encuentra en las promesas que el Señor ha hecho sobre la sanidad. Cualquiera que las escucha y las crea puede ser sano. “Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Hay promesas para recibir el poder del Espíritu Santo, salud, ayuda espiritual; hay promesas de oración, de sabiduría, de fe, para la soledad, para el temor, promesas de autoridad sobre el diablo, promesas para la familia, el trabajo, los recursos, la protección, etc. Y es solamente a través de las promesas que podemos participar de la naturaleza divina de Dios. 


¿Cómo podemos activar las promesas de Dios?


       1.      Llena tu mente y tu corazón con una visión de la promesa ya cumplida
·         Medita en la promesa día y noche hasta que sea real en tu corazón (Josué 1:8).
·         Mantén los ojos en la promesa y no en las circunstancias (2 Corintios 4:18).
       2.      Proclama la promesa en voz alta constantemente.
·         Declara que ya es tuya (2 Corintios 4:13, Proverbios 18:20-21)
       3.      Actúa y habla como si fuera la verdad (Santiago 1:23-25)
       4.      Nunca dudes del poder de la promesa de Dios
·         Decide que vas a recibir lo que Dios dice (Santiago 1:6-8)
       5.      No dejes de creer, hablar y actuar hasta que haya llegado la manifestación.
·         No te rindes nunca (Hebreos 6:12)
·         Sigue haciendo la voluntad de Dios (Hebreos 10:35-36) 


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